El ofrecimiento

El ofrecimiento del día al Sagrado Corazón es el punto de partida de toda la formación del Cruzado. Este ofrecimiento pone en práctica a la perfección lo contenido en esta frase: “La vida entera del cristiano, unida a la vida entera de Cristo, puesta al servicio de toda la Iglesia.”

El ofrecimiento transforma el trabajo, las diversiones, las pequeñas tristezas y los éxitos en miles de oraciones que le manifiestan a Jesús que queremos vivir para Él puesto que Él ha muerto por nosotros.

Dios utilizará este ofrecimiento como mejor le parezca; por ejemplo, gracias al ofrecimiento matutino hecho por un Cruzado, Dios enviará una gracia a algún viejo pecador al borde de la muerte. Es por esto que hay que explicar correctamente al Cruzado cómo puede transformar su vida en algo sumamente útil e importante, desde el instante en que la ofrece a Jesús.

Acto de ofrecimiento:

“Divino Corazón de Jesús, te ofrezco, a través del Corazón Inmaculado de María, las oraciones, obras y sufrimientos de este día, en reparación de nuestras ofensas, y por todas las intenciones por las que te inmolas continuamente sobre el Altar. Te lo ofrezco particularmente por…” (mencionar aquí la intención del mes).