Lema de la Cruzada Eucarística

El lema de la Cruzada Eucarística resume el deseo de alentar a los jóvenes a una santidad verdadera: “Reza, comulga, sacrifícate, sé apóstol”.

Reza

Es importante señalar que el ofrecimiento y la oración están tan estrechamente unidos que, de hecho, si el ofrecimiento se hace correctamente y se renueva varias veces durante el día, transforma toda nuestra jornada en una oración continua; éste es el secreto de la Cruzada: rezar todo el tiempo sin necesidad de decir oraciones continuamente, gracias al ofrecimiento. Es el cumplimiento de lo dicho por Nuestro Señor: “Es preciso orar siempre, sin desfallecer”.   

Comulga

Es necesario comulgar:

  • Frecuentemente: el Cruzado debe comulgar a menudo; al menos, debido a las circunstancias actuales, todas las veces que le sea posible. Es en este contacto frecuente con Nuestro Señor donde encontrará las fuerzas necesarias para librar su batalla.
     
  • Coherentemente: a través de una vida eucarística, es decir, haciendo uso durante el día de las gracias recibidas en la comunión.

Sacrifícate

El sacrificio es necesario para prepararnos a la comunión y obtener todos los frutos posibles. Es necesario enseñar a los niños que los sacrificios ofrecidos y unidos al de Nuestro Señor tienen un gran poder apostólico. El niño sabrá sacrificarse si se le proporcionan intenciones precisas y concretas. De aquí se deriva la importancia de la intención del mes, cuyo objetivo es unificar los esfuerzos de todos los Cruzados para que cada ofensiva mensual sea lo más fructífera posible.   

Sé Apóstol

La Cruzada Eucarística no es solamente una obra de piedad, sino también, y ante todo, una obra de apostolado. La oración del Cruzado es una oración apostólica; lo mismo sucede con sus sacrificios; sus comuniones no sólo se aplican a él mismo, sino a las intenciones apostólicas. Incluso su ejemplo es apostólico, porque ésta es la consigna del Cruzado: ser un Paje o Cruzado que con su ejemplo haga que los demás quieran imitarlo.  

Por tanto, es necesario enseñar al niño a influir en su entorno, pues debe ser apóstol: 

  • En la escuela, donde debe hacer todo lo posible por conquistar las almas de sus compañeros.
     
  • En la familia, (para fomentar la oración en familia, para eliminar la televisión, las malas lecturas… para alcanzar la conversión de los padres, en caso de ser necesario).

“A menudo, cuando necesito obtener un gran favor para la Iglesia, durante mi acción de gracias después de la comunión, le presento a Dios las oraciones, los sacrificios y las comuniones que me envían del mundo entero mis pequeños Cruzados, y es tal el poder de estos niños ante Dios que, al poco tiempo, descubro que la gracia me ha sido concedida.”

(Pío XI al obispo de Mans)