El Tesoro

El tesoro es la respuesta del Cruzado al llamamiento hecho por la Autoridad eclesiástica. Cada año, el Superior General entrega las doce intenciones para cada mes del año al Capellán General, quien las comunica a los Capellanes de los distintos Distritos, y estos, a su vez, las transmiten a los Cruzados, a través de un boletín mensual, donde se explica cada una detalladamente.

 

A lo largo del mes, los niños ofrecerán sus oraciones y sacrificios por esta intención, y los irán anotando en la planilla del Tesoro. Esta planilla se envía al Secretario, quien comunica la suma total al Superior General, para que estas oraciones y sacrificios sean ofrecidos por él durante la celebración de una Misa.

Por consiguiente, el Ofrecimiento y el Tesoro son los dos pilares de la Cruzada Eucarística. El Tesoro alienta los ofrecimientos y, al mismo tiempo, permite constatar su eficacia. Por esta razón, el Tesoro funciona como el termómetro de la Cruzada.

En la práctica, el Tesoro consiste en anotar todas las noches, en una planilla provista para este propósito, las oraciones, sacrificios y comuniones hechos a lo largo del día por la intención dada al principio del mes.

Además de los frutos apostólicos, los beneficios del Tesoro son muy numerosos: 

  • Al ser un autocontrol diario, el Tesoro se convierte en un medio excelente para formar la conciencia.
     
  • Es una gran motivación para la formación personal, una emulación sin riesgos.
     
  • Exige precisión, por lo que impide basarse únicamente en percepciones. Refleja con toda claridad tanto el retroceso como los avances.

Para que sea eficaz, debe practicarse en un espíritu sobrenatural (no se trata de un simple recuento), con regularidad (si no se lleva un registro diario, se pierde el objetivo) y con exactitud (si se quieren obtener los frutos, se debe especificar correctamente en qué área se aplicará el esfuerzo y la materia del sacrificio). 

No obstante, aunque el Tesoro es una pieza fundamental de la Cruzada Eucarística, no hay que convertirlo en el undécimo mandamiento. El Tesoro es un medio que debe impulsar y concretizar los esfuerzos. Por ello, es necesario dar vida a esta práctica, pues se corre el riesgo de convertirla en un mero recuento si no se lleva a cabo con el mismo espíritu del soldado que registra felizmente sus victorias después de la batalla.

Las planillas deben ser anónimas


El Tesoro del Cruzado es íntimo y personal, por tanto, hay que mantenerlo en secreto. Es por esto que, con excepción de los más pequeños, no se deben manejar los tesoros de forma individual, a menos que los niños así lo soliciten.

Para evitar que la soberbia influya en el Tesoro, es necesario inculcar en el Cruzado la convicción de que las bellas cifras registradas en su Tesoro no son tanto un mérito suyo, sino más bien una cooperación a la gracia; que es a Jesús a quien corresponde todo el honor, pues es Él quien permite que su pequeño Cruzado consiga las victorias. 

La causa específica 

Es el método pedagógico utilizado en la Cruzada para adaptar las gracias recibidas a la vida del niño. Las gracias recibidas en la comunión y por medio de las oraciones, los esfuerzos realizados a través de los sacrificios, todo esto debe canalizarse para que sirva como apoyo en la lucha contra el defecto dominante y en la adquisición de la virtud opuesta. A este fin, será necesario guiar al niño para que pueda identificar su defecto dominante, y explicarle que se convertirá en un verdadero apóstol a través de la práctica de la virtud – que exige la lucha contra su principal defecto – y que a medida que él vaya creciendo en la virtud sus sacrificios serán aún más valiosos.